El Crimen ¿Por qué se organiza?

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Hoy en día es muy común leer o escuchar la frase Crimen Organizado (CO), así como encontrar un titular de que unos individuos fueron acusados de pertenecer a un grupo organizado para delinquir. Pero ¿Qué es realmente el Crimen Organizado? ¿Quiénes lo comenten? Y lo más importante ¿por qué se organiza el crimen? El Crimen Organizado se puede definir como la asociación para traficar armas, drogas y migrantes, además de lavar el producto -blanquear el dinero- de estas actividades, realizadas por grupos delictivos organizados. Sin embargo, esta definición, construida en base a nuestra experiencia en servicio y estudio del tema no es limitativa, ya que Organizaciones Internacionales, cuerpos de seguridad y otros autores le agregan la trata de personas, contrabando y terrorismo.

Por “grupo delictivo organizado” se entenderá un grupo estructurado de tres o más personas que exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la Convención de Palermo (2000) con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material. Precisamente, dicha convención tiene tres protocolos para la prevención y sanción: del tráfico ilegal de migrantes por aire, mar y tierra; de la trata de personas, especialmente mujeres y niños; y, del tráfico de armas, partes y municiones.

El concepto Delincuencia Organizada -como sinónimo de Crimen Organizado- fue empleado por primera vez por el criminólogo norteamericano John Ladesco en 1929, para designar a las operaciones delictivas provenientes de la mafia. Este tipo de delincuencia fue designada con la palabra organizada, ya que se refiere a la asociación, sociedad, corporación, grupo, sindicato, liga, gremio, coalición o unión como forma de sumar esfuerzos en grupo. Además, este tipo de organización cuenta con un cabeza, individuos disciplinados y normas de conducta (códigos de honor), todos siguiendo un mismo objetivo. Actualmente, es muy común la formación de coaliciones con gobiernos de institucionalidad débil o empresas legítimas, que quieren aumentar sus utilidades, aún al margen de la ley.

La Resolución de las Naciones Unidas A/RES/73/69, considera que el tráfico de armas ligeras y pequeñas es una amenaza contra la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible y la estabilidad mundial, en la medida que trae consecuencias socioeconómicas y humanitarias que, no sólo afectan el plano nacional, sino el regional e internacional. Este fenómeno delictivo comparte la misma infraestructura de transporte y corredores estratégicos de otros similares, conduciendo a que los grupos terroristas y la delincuencia organizada tengan fácil acceso a estos elementos por su bajo costo y fácil transporte. La Red Internacional de Acción contra el Tráfico de Armas Pequeñas y Ligeras, estima que en el mundo circulan 875 millones de armas, el 74% de las cuales se encuentra en manos de civiles.

En el mundo hay unos 35 millones de personas que padecen trastornos por consumo de drogas y necesitan tratamiento. También ha aumentado el número de víctimas: 585,000 personas perdieron la vida en 2017 por el consumo de drogas (UNDOC, 2019). Los opioides sintéticos representan una grave amenaza para la salud, en un contexto marcado por un aumento de muertes por sobredosis en América del Norte y la expansión del tráfico de Fentanilo y sus análogos en otras regiones. La cantidad de Tramadol incautada en el mundo alcanzó la cifra récord de 125 toneladas en 2017; el Tramadol que se utiliza con fines no médicos en África, se fabrica de manera ilícita en Asia Meridional. La droga más consumida en el mundo sigue siendo el Cannabis (188 millones de personas).

La fabricación ilícita mundial de Cocaína alcanzó un máximo histórico de 1,976 toneladas en 2017, mientras que las incautaciones aumentaron un 74%, siendo Colombia donde se produce el 70% (Informe Mundial de Drogas, 2019). El 90% de esta droga pasa por República Dominica en su ruta hacia Estados Unidos y Europa, lo que constituye la mayor amenaza a la seguridad del país caribeño (InSight Crime, 2018). En general, América del Norte, donde un 4% de la población consume opioides, sigue siendo la subregión con mayor prevalencia anual del consumo de esas sustancias. La mayor prevalencia anual del consumo de opiáceos (opio, morfina y heroína), el 1,6 % de la población, se concentra en las subregiones del Cercano Oriente y el Oriente Medio y Asia Sudoriental.

La trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes son los fenómenos delictivos, que a juicio de las Naciones Unidas, constituye la tercera actividad ilegal más beneficiosa para el crimen organizado transnacional, solo superada por los tráficos de armas y drogas, con los cuales se vincula habitualmente. En los últimos años entre 2.5 y 3 millones de migrantes ilegales procedentes de América Latina han ingresado de manera clandestina a Estados Unidos, generando ingresos mayores a 6,600 millones de dólares para sus traficantes. La manera de operar de los grupos delictivos incluye funcionarios y autoridades, así como coordinadores de viaje, reclutadores, transportistas, guías, conductores, mensajeros, taxistas, falsificadores de documentos, etc.

Todas estas actividades criminales y otras que no tratamos aquí, producen grandes beneficios económicos, que luego deben ser insertados al sistema financiero legal, en lo que se conoce como operaciones de lavado de activos y que según la Ley No. 155-17, sobre Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo, contempla cinco conductas sancionables:

  1. Convertir, transferir o transportar bienes, a sabiendas de que son el producto de cualquiera de los delitos precedentes, con el propósito de ocultar, disimular o encubrir la naturaleza;
  2. Ocultar, disimular, o encubrir la naturaleza, el origen, la localización, la disposición, el movimiento o la propiedad real de bienes o derechos sobre bienes, a sabiendas de que dichos bienes provienen de cualquiera de los delitos precedentes;
  3. Adquirir, poseer, administrar o utilizas bienes, a sabiendas de que proceden de cualquiera de los delitos precedentes;
  4. Asistir, asesorar, ayudar, facilitar, incitar o colaborar con personas que estén implicadas en lavado de activos para eludir la persecución, sometimiento o condenas penales;
  5. Participar, en calidad de cómplice, en alguna de las actividades mencionadas en los numerales anteriores, la asociación para cometer este tipo de actos, las tentativas de perpetrarlas y el hecho de ayudar a su comisión con una prestación esencial para realizarlas o facilitar su ejecución.

Esperando que el lector haya comprendido el concepto y manifestaciones del Crimen Organizado y pueda visualizar los grandes daños que este provoca a la sociedad, intentaremos responder la pregunta central del artículo. El objetivo de los grupos criminales es el de rebasar los límites de control gubernamental, establecer líneas especiales de operación basadas en un sistema complejo, tipo empresarial, bien estructurado en su comisión o cuando se persigue a través de determinadas acciones violentas el poder, ya sea político, económico o social. Es decir, se “organizan” para tener más eficacia en el logro de sus objetivos, lo que se traduce en mayores beneficios económicos y de poder.

Algunas de las expresiones más representativas de estos grupos son: la Mafia italiana (Cosa Nostra, Camorra); Mafia italo-americana (familias Bonanno, Gambino y Lucchese); Mafia rusa; Cartel de la Guajira; Cartel de Bogotá; Clan del Golfo; Triadas de China; Yakusa de Japón; Cartel de Sinaloa; Cartel del Golfo; Mara Salvatrucha; y, Cartel de los Soles. A pesar de que este tipo de actividad es muy antigua, la cultura criminal actual se ha desarrollado en menos de cien años y gracias a la corrupción el sistema se ha hecho prácticamente inamovible. De ahí que no pueda existir Crimen Organizado sin la complicidad del Estado (Morín, 2015).

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