Por: Enmanuel Martínez
Enmanuelmartinez.rd@gmail.com / @EnmanuelMA
El pasado miércoles el senado de la Republica Dominicana eligió a los nuevos representantes de la Junta Central Electoral JCE. Esta elección se realizó de manera unánime luego de un proceso de entrevistas de una gran cantidad de candidatos y candidatas, un intenso de bate con los partidos de oposición se generó a través de la exigencia de los mismos de que necesariamente y para la salud de la democracia los y las miembros de la junta debía ser personas no partidistas, sin antecedentes judiciales y con credibilidad social.
El partido de gobierno que a la ves tienen mayoría en el senado finalmente coloco a las personas que ellos consideraron, esa selección se puede catalogar como medianamente buena ya que fueron seleccionadas personas de buena valía social mientras por el otro lado se colocaron personas favorables al partido en el gobierno. El caso de la presidencia para la JCE se eligió a Julio Cesar Castaño Guzmán, el cual es una persona que ha ocupado cargos en el sistema judicial dominicano, mucho reconocen su labor sin embargo es una persona de personalidad blanda el cual posiblemente no desarrolle el carácter y la firmeza necesaria para colocar primero la democracia que alguna que otra presiones o malabares del partido de gobierno ya anteriormente vistas.
En cuanto a los demás miembros existen dos miembros que son de cuestionada valía social e incluso uno de ellos estuvo cuestionado por problemas generados en su anterior cargo en la cámara de cuestas, al pareces esos dos miembros fueron impuestos por el partido con mayoría en el senado para que en momento claves hagan lo propio y participen de las “estrategias” que arma el partido cada vez que se presentan las elecciones para controlar o garantizar espacios claves.
Esperemos que las próximas elecciones cuenten con una junta Central electoral que dé garantías de confianza para los electores y para los candidatos, ya no queremos ni necesitamos que el partido en el gobierno, el PLD, continúe armando el tablero de juego y a la ves jugando según su conveniencia en el escenario de la democracia dominicana, necesitamos neutralidad y garantías justas para el necesario equilibrio democrático.
Ahora nos queda por ver si una la Ley de partidos es articulada y organizada conforme a los buenos deseos de equilibrio y participación. Volver a crecer en el sistema democrático está actualmente en formación crítica.
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