Foto MetroRD. Google
Por Shira Abreu

Los que vivimos «de aquel lado» tenemos pocas opciones para trabajar en nuestro propio municipio y cada día recorremos largas distancias en medio de interminables tapones. Gracias a Semana, del periódico El Nacional, por acoger este trabajo.
Desde hace unos 14 años me mudé del Distrito Nacional a Santo Domingo Este, dos años después de que se dividiera territorialmente la capital para dar paso a la nueva provincia: Santo Domingo.
En este tiempo he visto el desarrollo económico e inmobiliario de este municipio, pero entiendo que todavía faltan políticas para crear en esa comunidad una identidad propia, así como otras que estimulen el establecimiento de empresas que generen empleos calificados.
¿Qué hacemos con tener el municipio más poblado del país (948 mil 885 habitantes según el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2010; más del 10 por ciento de la población del país) cuando la gran mayoría de su fuerza laboral debe salir de su demarcación, cada día, para ganarse el sustento?
Es posible que con la entrada en funcionamiento de la extensión de la línea dos del Metro de Santo Domingo hasta la intersección de la carretera Mella y la avenida San Vicente de Paúl, frente a Megacentro, se reduzca un poco el flujo de vehículos hacia el Distrito Nacional.
Pero no debemos olvidar que la población de allí sigue aumentando, porque el costo de los alquileres es inferior a los de la capital y atraídos por la gran cantidad de proyectos habitacionales que se construyen en Santo Domingo Este, el mayor de todos, Ciudad Juan Bosch, que albergará 25 mil familias en un complejo de apartamentos construido en un área de 3,2 millones de metros cuadrados. Al 2010 en el referido municipio habían 288 mil 411 viviendas.
Si hubiese más fuentes de empleo en este municipio se ahorraran miles de millones de pesos en combustible, y con ello se reduciría la emisión de gases dañinos al medioambiente que emiten los vehículos de motor, principalmente los del transporte público en el que viajan apretujados miles de personas. Esto también daría beneficios al ayuntamiento local, porque recibiría más tributos.
En Santo Domingo Este tampoco tenemos un recinto de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), como lo tienen Puerto Plata, Higüey, Barahona, San Francisco de Macorís, y en otros seis municipios. Lo que hace que los estudiantes de la universidad pública deban también ir a recibir clases al Distrito Nacional y tomar otras en su edificio de aulas en la carretera Mella.
Los residentes de la Zona Oriental, o de “aquél lado” como se le conoce, disfrutaríamos de una mejor calidad de vida si no tuviéramos que cruzar congestionados puentes de ida y vuelta a los trabajos o centros de estudios. Dispondríamos de dos horas más para dedicarla a nuestros hijos o para algún pasatiempo.
Identidad propia
Y en cuanto a lo cultural, como provengo de un pueblo, sé de la importancia del sentido de pertenencia. El orgullo que tenemos los nativos de Bonao por nuestro carnaval, por la obra que dejó el maestro Cándido Bidó o por nuestros recursos naturales, quisiera que mis hijas lo sintieran por la tierra que las ve crecer.
Lo más parecido a una campaña de identidad que he visto es la que ejecutó el Ayuntamiento de Santo Domingo Este (ASDE) en el año 2012. 
De esa campaña encontré en la página de YouTube del Cabildo un spot en el que se resalta el orgullo de pertenecer a este municipio así comode sus atractivos, como El Cachón de la Rubia, el Monumento a la Caña, el parque Los Tres Ojos y el Acuario Nacional.
Lamento que muchas personas con las que he hablado, a 16 años de creada la provincia Santo Domingo, todavía crean que Santo Domingo Este, Norte y Oeste todavía son parte de la Capital.
Otro de los anuncios que se transmitían por televisión decía algo así como: “En Santo Domingo Este amanece más temprano”. Cuanta verdad recoge esa frase, ya que los que residimos allí despertamos antes que el sol y vemos el amanecer camino al trabajo para evitar los largos taponamientos de todos los puentes que llevan al Distrito Nacional. También nos acostamos más tarde porque perdemos un tiempo precioso para volver a nuestras moradas.
Publicado en El Nacional
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