LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO

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Estrategia sine qua non para el éxito de las empresas y el desarrollo de los países

La Gestión del Conocimiento es definido por Fontalvo Herrera, Quejada, & Puello Payares (2011) como el proceso de generación de valor a partir de los activos intangibles de una organización. Mientras que Bueno (2000) la conceptualiza como la función que planifica, coordina y controla los flujos de conocimientos que se producen en la empresa en relación con sus actividades y con su entorno con el fin de crear competencias esenciales. No obstante, para gestionar el conocimiento se hace necesario el establecimiento de una comunicación organizacional eficaz y eficiente, para la divulgación de su planeación a corto y a largo plazo.

Las organizaciones que quieren gestionar el conocimiento deben crear una estructura que cuente con la participación activa de todos los trabajadores, para así establecer obligaciones y deberes en la consecución de las metas establecidas. Es necesario una dinámica comunicacional que permita convencer, informar, formar y sobre todo motivar a los recursos humanos sobre la importancia de los procesos de innovación y su efecto en los sistemas de gestión. Debe existir una correspondencia entre el Capital Intelectual y la comunicación organizacional efectiva que generen innovaciones incrementales para la mejora continua (Fontalvo Herrera, Quejada, & Puello Payares, 2011).

Para satisfacer los requerimientos del mercado las organizaciones cuentan con recursos tangibles e intangibles, siendo  estos últimos los generadores de diferenciación en nuestros días. Estos activos, simbolizados por el Capital Intelectual, son el principal generador de valor y han pasado a constituir la base fundamental de generación de riqueza para cualquier comunidad empresarial (Romer, 1986). Las empresas de hoy están obligadas a innovar, y el proceso se innovación y la Gestión del Conocimiento estan estrechamente relacionados, al punto de que Nonaka y Takeuchi (1995) consideran a la innovación como un proceso de creación de conocimiento.

Antes de adentrarnos en la profundidad y complejidad del estudio de la Gestión del Conocimiento como tal, debemos preguntarnos ¿Qué es el conocimiento? el conocimiento, definido por Davenport y Prusak (citados en Fontalvo Herrera, Quejada, & Puello Payares, 2011), es el flujo mixto de experiencias, valores, información de contexto, percepciones de expertos y “saber hacer” que proporcionan un marco para la evaluación e incorporación de nuevas experiencias e información. Este conocimiento generado por la empresa es importante para la mejora continua de sus procesos tácticos y estratégicos, ya que la acumulación de conocimiento produce innovaciones.

También es necesario comprender la relación entre información -compuesta por datos y noticias- y conocimiento. Para Martinez Rey (2020) los datos son hechos, observaciones o percepciones que pueden o no ser correctos, y pueden estar desprovistos de contexto, significado o propósito. Las noticias son los subconjuntos de datos que poseen contexto, relevancia o propósito; tambien implican la manipulacion de los datos para obener tendencias o patrones.  Sin embargo, para que la información se convierta en conocimiento se debe agotar un proceso de aprendizaje con base en la lectura, la cual se define como la capacidad de comprender el significado de un texto (Cassany, 2006).

La lectura debe efectuarse como una práctica activa y dinámica, dejando atrás esa mala tradición de leer solo por leer, sin ningún sentido práctico. La comunidad educativa, compuesta por maestros, padres y alumnos, debe de estar conscientes de que la lectura implica poner en práctica la atención, la capacidad de concentración, liberar la mente de otras preocupaciones y adentrarse en el mundo de la imaginación, además de que educa y refina. La lectura es tan compleja porque requiere del funcionamiento de los procesos cognitivos (Hernández Morillo, 2019). Por este motivo los sistemas educativos, especialmente los de paises en desarrollo, deben esforzarse en fomentar la lectura.

No dotar de las estrategias adecuadas para la lectura a los estudiantes desde los primeros años de escolaridad sería no contribuir a fortalecer sus conocimientos y desempeño intelectual. El estudiante que no domine las estrategias de lectura tendría que enfrentarse a la sociedad con muchas desventajas, porque no podrá adquirir ciertas habilidades necesarias para enfrentar los desafíos que cada vez más requiere la sociedad. Fortaleciendo la comprensión lectora de los estudiantes se formará una generación de jóvenes verdaderamente competentes. Así mismo, las personas que leen pueden argumentar más claro y con más firmeza acerca de un tema (Hernández Morillo, 2019).

Es importante atender los niveles de comprensión e interpretación que propone el lingüista García Molina (2014) para el proceso de la lectura, estos son: el nivel informativo, el nivel inferencial, el nivel crítico y el nivel estético. El nivel informativo consiste en la comprensión general del texto leído, sin hacer ninguna modificación, pasa de lo escrito a la memoria del lector. En el nivel inferencial el lector le da sentido al texto mediante la aplicación de sus conocimientos previos. En el nivel crítico la persona el capaz de cuestionar el texto al establecer un diálogo interno con el mismo. En el cuarto nivel se muestra la capacidad de apreciar y evaluar el nivel estético, artístico o literario de un texto.

Volviendo a la cuestión del conocimiento, según Martinez Rey (2020) este es hoy en día el principal recurso estratégico, ya que en la producción de bienes y servicios se hace un uso cada vez más intensivo del mismo. El conocimiento es el elemento más significativo de los sistemas de gestion empresarial, incluso por encima de los recursos económicos (Fontalvo Herrera, Quejada, & Puello Payares, 2011). A diferencia de la sociendad industrial, en la que el protagonismo se lo llevaban los llamados factores de producción, principalmente la mano de obra y el capital, hoy en día hemos pasado de una sociedad de manufactura a una “sociedad de mentefactura” (Martinez Rey, 2020).

Muchos autores, entre ellos Fontalvo Herrera, Quejada, & Puello Payares, aconsejan a la alta gerencia de las empresas establecer estrategias acertadas en el desarrollo del proceso de creación de conocimiento organizacional, el cual debe entenderse como la capacidad de una compañía para generar nuevos conocimientos, difundirlo entre sus empleados y materializarlos en productos tangibles o intangibles. Este proceso brinda como resultado al interior de las empresas la generación de su Capital Intelectual, el cual es definido por Stewart (1997) como el material intelectual, conocimiento, información, propiedad intelectual y experiencia, que pueden utilizarse para crear valor.

La gerencia de la empresa también debe propender para que las actividades investigativas, técnicas, operativas, financieras, comerciales y organizacionales, en todos sus niveles, tengan por objeto conducir a innovaciones. Es indudable que la innovación se considere uno de los ejes de generación de ventajas competitivas. En tal sentido, Means y Faulkner (2001) afirman que la innovación es un proceso estratégico fundamental que conduce a las organizaciones hacia los mejores mercados. Por tanto, la innovación es un imperativo estratégico, donde la gerencia tiene como tarea desarrollar y explotar la capacidad de la organización para la innovación.

Según Euroforum (1998) el Capital Intelectual se compone de: Capital Humano (conocimiento, habilidades y actitudes que poseen las personas); Capital Estructural (conocimiento que se ha captado e institucionalizado dentro de la estructura, procesos y cultura de la organización); y, Capital Relacional (valor del conjunto de conocimientos que se incorporan a la organización y a las personas como consecuencia del valor derivado de las relaciones que mantiene con actores del entorno). Las empresas deben incluir en sus planes estratégicos a su Capital Intelectual como el rasgo diferenciador en el mercado, ya que su gestión efectiva brinda resultados económicos y sociales.

Por su parte Daft (1992) plantea que la Gestión del Conocimiento consiste en el esfuerzo sistemático de encontrar, organizar y dar acceso al Capital Intelectual de la organización e introducir una cultura de aprendizaje continuo y compartición de conocimiento, de tal forma que las actividades de la organización puedan basarse en el conocimiento existente. Es por eso que insistimos en la creación de conocimiento antes que se intente su gestión y esa creación solo es posible sobre la base de la lectura comprensiva, ya que para Cassany (2006) quien no puede comprender lo que lee es un analfabeto funcional, por lo tanto no puede adquirir conocimiento.

En este punto, es necesario destacar la importancia de la comunicación organizacional. La comunicación cumple un papel fundamental en los diferentes sistemas de gestión de una empresa. La alta gerencia debe diseñar y establecer un sistema de comunicación eficaz y eficiente para la comunicación de su planeación estrategia y operativa. Como ya se ha dicho, este sistema debe contar con la participación activa de sus colaboradores, para de esta forma generar compromisos en el logro de los objetivos establecidos. Un sistema de comunicación efectivo permite a la empresa controlar las variables externas y aprovechar los impactos positivos y minimizar los negativos.

Por último, las organizaciones deben ocuparse del mejoramiento continuo de los sistemas de gestión a partir de una comunicación efectiva. Esto se logra diseñando e implementando técnicas, procedimientos y modelos que permitar obtener las mejores prácticas en los procesos. Para Harrington (1993) el mejoramiento significa cambiar un proceso para hacerlo más efectivo y adaptable, por lo que cambiar y cómo cambiar depende del enfoque específico del empresario y del proceso. Además, por los cambios vertiginosos de la economía y la mundialización de los mercados, tanto las empresas como los gobiernos tienen la necesidad de implementar mejoras en todos sus procesos.

Las mejoras que puedan lograr las organizaciones generan en sus productos y en la prestación de sus servicios rasgos diferenciadores. La norma ISO 9000:2005 define la Mejora Continua como la actividad recurrente para aumentar la capacidad para cumplir los requisitos. La implementación de estas mejoras en cualquier sistema de gestión es producto de la generación de conocimiento y de la transferencia de conocimiento (Davenport, 1996). Además, la actividad innovadora requiere, por su propia naturaleza, un uso intensivo del conocimiento. Ese conocimiento y su divulgación deben estar direccionados para la permanencia de la empresa en el mercado (Carballo, 2006).

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