Reseña del Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático, CNLCC, del reportaje de La Perla del Sur y del Centro de Periodismo Investigativo Juan Scott de Puerto Rico, 9 de noviembre de 2018.
La Corte del Distrito Este de Tennessee, Estado Unidos de América, estableció este miércoles, 7 de noviembre, que las cenizas de carbón pudieron causar la muerte de 20 de 250 trabajadores que por cinco años limpiaron el derrame de un billón de galones de lodo de cenizas de la central eléctrica Tennessee Valley Authority (TVA), en la localidad de Kingston.
El jurado de esta Corte dictaminó que los obreros pudieron contraer leucemia, cáncer de pulmón y cerebro, enfermedades respiratorias crónicas y cardiopatía coronaria a consecuencia de su prolongada exposición a toneladas de cenizas de carbón.
La información fue reseñada por La Perla del Sur y el Centro de Periodismo Investigativo Juan Scott, bajo la autoría del laureado periodista puertorriqueño Omar Alfonso.
Uno de los seis abogados de los trabajadores demandantes, Jeff Friedman, ofreció a la publicación puertorriqueña los detalles del proceso y del veredicto dictado por el jurado de esta corte,
Este veredicto que confirma que las cenizas de carbón son tóxicas posee una transcendental importancia, porque cada año solo en EUA centrales eléctricas producen cerca de 114 millones de toneladas de cenizas de carbón.
Según la publicación, en Puerto Rico, desde el 4 de junio de 2017, se permite la disposición final de 400 a 800 toneladas diarias de cenizas de carbón que genera la empresa AES, las que almacena a la intemperie en la comunidad de Guayama o envía mediante camiones a los vertederos de otras dos comunidades de la isla, Peñuelas y Humacao.
Asegura que al menos 2 millones de toneladas de ese residuo se emplearon como base para la construcción de avenidas, urbanizaciones y centros comerciales de la isla, entre los años 2004 y 2011. Desde entonces, miles de puertorriqueños viven sobre cenizas.
También la información posee especial interés para la República Dominicana que desde que comiencen a operar las plantas de carbón de Punta Catalina, según el Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático, CNCC, se producirán al año 174,140 toneladas de cenizas y 14,156 toneladas de escorias, más de 500 toneladas de cenizas y escorias por día.
Desde el año 2004, se depositaron en forma de rockash 26 mil toneladas de cenizas en Arroyo Barril y otras 30 mil en Manzanillo, provenientes de la planta de carbón de AES de Puerto Rico.
El CNLCC ha denunciado, sin que haya recibido desmentido alguno, que el Estado dominicano debió de pagar en abril del 2016, 37 millones de dólares de compensación por los daños que estas cenizas causaron a habitantes de Arroyo Barril para evitar una condena aún mayor de la Corte de Delaware, EUA.
El reportaje precisa que en la próxima fase del juicio que se celebrará al inicio de 2019, un nuevo jurado decidirá si la empresa debe ser económicamente responsable por los daños que han sufrido los 250 demandantes, lo que será un precedente que creará jurisprudencia aplicable en los demás Estados de la unión.

Catástrofe ambiental
El reportaje cuenta la historia de esta catástrofe ambiental y del drama de este grupo de trabajadores.
Los hechos de este caso se remontan al 22 de diciembre de 2008, cuando en la ciudad de Kingston, Tennessee, se quebró el dique de un estanque de la central eléctrica Tennessee Valley Authority (TVA), el cual almacenaba un billón de galones de lodo de cenizas. El accidente provocó que una ola gris arropara 300 cuerdas de terreno con hasta seis pies de cenizas, destruyera propiedades y contaminara el río Emory – un tributario del río Tennessee – con un cóctel de tóxicos como arsénico, cadmio y cromo.
Para corregir el desastre, la central eléctrica Tennessee Valley Authority, TVA reclutó meses más tarde a la compañía Jacobs Engineering para la supervisión de la limpieza.
No obstante, los obreros contratados para la tarea denunciaron ante un jurado y el juez presidente Thomas A. Varlan que Jacobs Engineering los puso en peligro a lo largo de cinco años de labor, al afirmar falsamente que las cenizas de carbón eran lo suficientemente seguras como para comer hasta una libra al día, al negarles equipo de protección y amenazarlos con despidos si traían o pedían mascarillas y guantes, aunque fuera por recomendación médica.
Previo al juicio, la central eléctrica Tennessee Valley Authority, TVA reconoció que sus cenizas, un subproducto de la generación eléctrica con carbón, contienen una alta concentración de tóxicos y metales pesados que no deben ser ingeridos ni expuestos a humanos a largo plazo, ya que pueden ser peligrosos.
Entretanto, Jacobs Engineering admitió “que los componentes tóxicos que se encuentran en esa ceniza pueden, en ciertas circunstancias, causar las enfermedades de las que se quejan (los obreros)”, estipuló el juez Varlan al inicio del proceso cuando declaró causa para juicio.
Aun así, los abogados de los demandantes presentaron pruebas de que cientos de trabajadores estuvieron expuestos a nubes de cenizas que, a menudo, les nublaba la visión y se abrían camino hacia sus ojos y bocas. Algunos, incluso, admitieron en sala haber ingerido alimentos contaminados con cenizas volantes “y se les dijo que era seguro hacerlo”, relató Jamie Satterfield, periodista de Knoxville News Sentinel durante su cobertura del caso.
No obstante, personal de la central eléctrica Tennessee Valley Authority,TVA ni de Jacobs Engineering nunca dijo a los trabajadores que pruebas independientes realizadas con las cenizas de carbón de Kingston confirmaron la presencia de niveles peligrosamente altos de arsénico y radio.
A los trabajadores se les negó información y equipos para su protección
En cambio, los demandantes demostraron mediante vídeo cómo el supervisor de seguridad de Jacobs Engineering, Chris Eich, advertía al trabajador Mike McCarthy que sería “colgado de los suyos (genitales)” si insistía en su reclamo por una máscara antipolvo para protegerse de las cenizas de carbón. En otro caso, grabaron a un supervisor mientras sacudía con fuerza un filtro de medición de partículas aéreas, para removerle contenido antes de ser entregado a un laboratorio de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, en inglés) para su examen.
“Esto fue una farsa”, comentó el abogado de los demandantes, Jeff Friedman, al referirse a las “lecturas seguras” con las que Jacobs Engineering intentaba tranquilizar a los obreros que laboraban hasta 14 horas al día en la remoción y traslado de las cenizas tóxicas.
Incluso, Friedman presentó el testimonio de media docena de trabajadores a quienes se les ordenó rociar con agua los monitores de aire, cuando las lecturas del nivel de exposición rebasaban los máximos permitidos por la EPA y el Departamento de Ambiente y Conservación de Tennessee.
“Estaban manipulando el sistema”, añadió Friedman durante su argumentación final del juicio. “Estaban realizando pruebas de una manera que no obtendrían malos resultados. Creían que si podían permanecer por debajo de lecturas altas, no tendrían que proveer máscaras, mamelucos ni duchas”.
Durante el juicio también trascendió que la central eléctrica Tennessee Valley Authority, TVA y sus abonados pagaron poco más de un millón de dólares por la compra e instalación de una estación de descontaminación para los vehículos que salían de la zona del desastre, mientras que a los trabajadores Jacobs Engineering proporcionó solo un balde con agua y un cepillo para limpiar sus cuerpos y botas, a lo largo de duración del proyecto.
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