INNOVACIÓN EDUCATIVA, HOY MAS NECESARIA QUE NUNCA

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Por Bismarck Hernández

La sociedad en la que vivimos ha cambiado, se le denomina “Sociedad del Conocimiento” y entre sus características más destacables está la innovación constante. Pero, ¿Qué es innovación? Innovar, desde su núcleo semántico, denota novedad. Mientras que, según el diccionario de la RAE,  significa mudar o alterar algo, introduciendo novedades. Desde un punto de vista más general, el concepto de innovación educativa se vincula a cualquier modificación intencional de actitudes, comportamientos, procedimientos o prácticas educativas (Rivas, 2000). No obstante, varios autores coinciden es que es necesario asociar el concepto innovación a los conceptos de cambio, mejora y reforma.

Innovar tiene una estrecha relación con los conceptos de cambio y mejora. Innovación significa cambiar hacia algo nuevo totalmente o algo nuevo respecto al objeto cambiado. Mientras que algunas innovaciones provienen del seno de la institución, siendo éstas endógenas o internamente generadas, otras se generan por presiones externas o incluso desde fuera de la institución, siendo externamente inducidas (Rivas, 2000). Las innovaciones internas son habitualmente espontáneas, aunque requieren de una cultura escolar propicia hacia el cambio. Las últimas se perciben más como innovación que las primeras, que por lo general son concebidas por el profesorado como una parte más de la rutina.

Por otro lado, para que se produzca un movimiento de innovación auténtico y sostenible debe ser estructural, abarcador y que impacte la cultura del sistema educativo, máxime si el sistema se considera deficiente. También necesita de un espíritu crítico y de mucha creatividad. Sin embargo, resulta paradójico que mientras la era o sociedad del conocimiento se caracteriza por la gran cantidad de información disponible, también sentimos que nos agobia la complejidad  y la incertidumbre. Por eso, casi siempre la innovación en la educación inicia con los aportes de unos pocos individuos y no de un colectivo o con el lanzamiento de un nuevo software.

Según Pascual Medina & Navío Gámez (2018) también son importantes las concepciones docentes sobre innovación, las cuales toman en cuenta cuatro elementos clave: cambio; orientación a la mejora; crítica e institucionalización. Mientras que, Ecudero (2014), en un estudio sobre el tema en Chile, identifica tres paradigmas, según los cuales estos elementos varían: tecnico, práctico-reflexivo y crítico. Así mismo, la metodología del estudio de referencia se basó en entrevistas estructuradas aplicadas a docentes en ejercicio, realizándose cuatro preguntas que que abordan el significado y los elementos que potencian -o dificultan- la innovación educativa.

Entre los resultados del estudio se pueden destacar: que el concepto de innovación no es unívoco, ya que entre los docentes entrevistados hay diferentes conceptos, algunos variados y diversos; la innovación se identifica más con el concepto de cambio, que puede ser tanto una transformación total, como una adaptación; y, hay elementos que facilitan o dificultan la cultura de innovación, como es la confianza que deben dar las autoridades a los docentes para que “salgan” de la educación tradicional. A pesar de que Chile usualmente se presenta como un paradigma de calidad en la educación y desarrollo social de AL, los responsables del estudio dicen que aún hay mucho por hacer en cuanto a innovación educativa en ese país.

En otro orden, en 1987, por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas se publicó el Informe Brundtland sobre Desarrollo Sostenible. En el mismo se plantean preocupaciones, tareas y esfuerzos para que la comunidad internacional asuma un enfoque integrador e interdisciplinar que permita rectificar el rumbo del desarrollo (López Echeverría, 2018). El Desarrollo Sostenible se obtiene de la combinación del desarrollo económico y el desarrollo social con un mínimo impacto ecológico. De modo que, que el DS se puede definir como “tratar de lograr, de manera equilibrada, el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente”.

En 2015, la Asamblea General de la ONU adoptó una agenda a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, tomando también en cuenta la paz y las alianzas. Dicha agenda está compuesta por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales a su vez se desglosan o están compuestos por 169 metas universales. La educación puede ayudar a lograr el DS, ya que es el camino más seguro a la paz, a la superación de la pobreza y al alcance de la sustentabilidad. En el marco de la formación universitaria, la implementación de la EDS se fundamenta en tres tópicos: (i) la innovación educativa, (ii); la educación en valores y (iii) la sostenibilidad curricular (López Echeverría, 2018).

Rimari Arias(s.f.) al introducir su artículo “La Innovación Educativa: Un Instrumento de Desarrollo”, se hace la pregunta: ¿Hemos desarrollado nuestra capacidad para ver en nuestras escuelas algo que los transforme en auténticos centros de desarrollo humano o es que nuestra visión de futuro está demasiado distraída por los ruidos del presente? Y responde que esto sólo es posible a través de la innovación educativa, cuyo pricipal objetivo es mejorar la calidad de la educación. Tambien subraya que los principios que orientan el proceso de innovación educativa sólo se conciben dentro de un enfoque de educación liberadora de las potencialidades del hombre y de su entorno.

Finalmente, Murillo (2017) en el Observatorio de Innovación Educativa del Instituto Tecnológico de Monterrey, explica que una innovación educativa implica la implementación de un cambio significativo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Debe incorporar un cambio en los materiales, métodos, contenidos o en los contextos implicados en la enseñanza. La innovación se manifiesta en la calidad, la aportación de valor y la relevancia que aportatará, siendo esta principalmente de cuatro tipos: 1) disruptiva -impacta todo el sistema educativo-; 2) revolucionaria -aplica un nuevo paradigma-; 3) incremental -refina y mejora elementos existentes-; y, 4) mejora continua –tiene un impacto parcial-. Los maestros tienen un rol protagónico en la innovación educativa, según lo explica el emprendedor Juan Manuel Lopera, que aún habiéndose criado en Medellín, Colombia, en los tiempos en que esta se consideraba la ciudad mas violenta del mundo, pudo salir adelante gracias a un maestro que lo inspiró. Narra Lopera, que este maestro lo inspiró tanto que fundó una empresa (hoy con 250 empleados) para replicar su ejemplo. Para este empresario, la clave no está en las políticas públicas, ni en la tecnología, ni en los recursos, si no en los “maestros que inspiran”. Ese maestro que dedica tiempo extra a su labor, que planea sus clases, que busca constantemente nueva información, que utiliza los resultados de las evaluaciones para personalizar el aprendizaje, que sirve de hilo conductor entre la casa y la escuela, y que educa a un ciudadano “globalizado”.

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