¿Qué sabemos los dominicanos del espacio ultraterrestre?

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Muchos dominicanos andan “en el aire” y no es precisamente porque conozcan los conceptos de espacio aéreo o espacio ultraterrestre, sino más bien por el uso de drogas legales e ilegales y la llamada música urbana, cargada de lenguaje vulgar y violencia cultural extrema. Parece que lo más importante para ellos es el “teteo” y andar “trucho” promoviendo el consumo de pastillas, yerba y perico (escuchar canción Si es trucho es trucho de Axel Rulay x Verbo Flow). Por eso es importante recordar que las modas pasan, que el tiempo en su andar implacable no retorna y que el futuro de la nación y del mundo depende de la juventud, aunque paradójicamente los mismos jóvenes no lo entiendan.

Dicho lo anterior, me gustaría plantear el ejercicio de que cada adulto que lea este artículo mire a su alrededor y elija un joven entre sus familiares y amigos y le haga dos preguntas: 1) si conoce la canción mencionada en el párrafo precedente; 2) si sabe qué es el espacio ultraterrestre y qué relación tiene con los países y con su propia vida a futuro. De la respuesta obtenida haga su propia valoración acerca del futuro de los dominicanos y su vinculación con el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y los beneficios del espacio.

Según el Diccionario Prehispánico del Español Jurídico, el espacio ultraterrestre es el espacio de interés internacional situado más allá del espacio aéreo, y este último es la masa de aire que se encuentra sobre el territorio nacional, desde el suelo hasta una altura aún no determinada por el Derecho Internacional. En esta materia, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha promovido cinco tratados y cinco conjuntos de principios, cuyos beneficios han impactado dramáticamente el desarrollo de las ciencias y la tecnología.

El primero de estos instrumentos jurídicos internacionales es el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes (resolución 2222 (XXI) de la Asamblea General), aprobado el 19 de diciembre de 1966, abierto a la firma el 27 de enero de 1967, que entró en vigor el 10 de octubre de 1967, firmado y ratificado por República Dominicana.

Ese tratado reza que el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera (art. II). La cuestión de facto es si países como el nuestro podrán algún día poner en el espacio astronautas y satélites, cuando un alto porcentaje de los jóvenes no estudian y los que sí, en su mayoría, no elijen carreras afines a las ciencias y la tecnología.

Bajo la sombrilla de la ONU existe la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas (UNOOSA por sus siglas en inglés), que se encarga de promover la cooperación internacional en la utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos. La oficina ejecuta el Programa de las Naciones Unidas de Aplicaciones de la Tecnología Espacial y trabaja para mejorar la utilización de la ciencia y la tecnología espaciales para el desarrollo económico y social de todos los países, particularmente los países en desarrollo.

Primer satélite de investigación ambiental. Fuente: FUNIBER

En el marco del programa, la oficina organiza cursos de formación, cursos prácticos, seminarios y otras actividades en esferas como tele observación, comunicaciones, meteorología satelital, búsqueda y salvamento, conocimientos básicos de ciencia espacial y navegación por satélite. Dentro de las políticas públicas que se deben impulsar en República Dominicana para el aprovechamiento de los beneficios del espacio están el establecimiento de: una Oficina Nacional de Asuntos Espaciales (que aproveche esos cursos y actividades), un Observatorio Espacial y un Planetario (tal como existen el acuario y el zoológico).

A la exploración espacial le debemos, entre otros avances tecnológicos, la calculadora digital, la comida congelada-deshidratada y los paneles solares. El mercado espacial tiene hoy un valor estimado de 355,000 millones de dólares y podría llegar a más de 1.62 billones en 20 años, según la Cámara de Comercio de Estados Unidos. La infraestructura de telecomunicaciones, el turismo y la minería espaciales, los datos de observación de la Tierra son potencialmente muy lucrativos.

En 2015 la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA por sus siglas en inglés) recibió 18 mil millones de dólares y la Agencia Espacial Europea (ESA) contó con 5 mil millones de dólares. A parte de estas agencias, que son las principales en su tipo, existen 65 agencias y oficinas nacionales espaciales. Sólo en la última década Bolivia, México, Sudáfrica, Turkmenistán, Emiratos Árabes Unidos, Paraguay, Nueva Zelanda, Kenia, Australia, Luxemburgo, Portugal y Filipinas, han creado agencias espaciales.

De acuerdo con el portal MIT Technology Review (2019) la digitalización de los datos ha reducido grandemente los costes de ciertas actividades espaciales y ha facilitado que los países menos ricos se beneficien de tecnologías como la observación de la Tierra y la teledetección. Además, muchos países en desarrollo, como Sudáfrica y Brasil, están usando esos datos para captar los efectos del cambio climático y los efectos de la actividad humana en el medio ambiente y para ayudar a implementar las contramedidas (ver foto).

Podemos deducir que son los países cuyos jóvenes estudian carreras profesionales relacionadas con el espacio y sus recursos y no los que andan “truchos en teteo” los que van a aprovechar los beneficios del espacio ultraterrestre. Más aún, se puede prever una ocupación progresiva y pacífica del mismo, contrario al espíritu de la convención y en base al principio geopolítico consuetudinario de que “los espacios que no se ocupan se pierden”.

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